Australia y Japón se enfrentan por una nueva política de emisiones
Australia y Japón han sido aliados en temas de energía durante generaciones. En la década de 1980, las inversiones japonesas encabezaron el desarrollo del gas natural licuado (GNL) en Australia. En la última década, Japón ha invertido cientos de miles de millones de dólares en proyectos australianos de GNL. En 2022, la capacidad de exportación de GNL de Australia fue la mayor del mundo con 87,6 MTPA, según datos de Statista.
Esas inversiones han dado buenos resultados para Japón y le han ayudado a conseguir una fuente de energía confiable. El año pasado, Japón se convirtió en el principal importador de GNL del mundo, superando a China, debido a la creciente demanda de los sectores industriales y de generación de energía. En 2022, Australia suministró el 43% de las importaciones de GNL de Japón.
Durante este verano boreal, la sociedad entre Australia y Japón se volvió tensa cuando las actualizaciones del Mecanismo de Salvaguardia de Australia entraron en vigor. El proyecto del gobierno australiano para reducir las emisiones, el Mecanismo de Salvaguardia, comenzó en 2016, pero se reformó en 2023 para reducir las emisiones en sus instalaciones industriales más grandes. Las nuevas políticas establecen límites legislados, o líneas de base, sobre las emisiones de gases de efecto invernadero de las instalaciones industriales que emiten más de 100.000 toneladas métricas (110.000 toneladas aproximadas) de dióxido de carbono (CO2) equivalente por año. Estas líneas de base disminuirán, de manera predecible y gradual, en una trayectoria consistente con el logro de los objetivos de reducción de emisiones de Australia del 43% por debajo de los niveles de 2005 para 2030 y cero emisiones netas para 2050.
La nueva política comenzó el 1 de julio de 2023 y requiere compensar las emisiones de CO2 mediante la compra de créditos de carbono o la implementación de tecnología de captura y almacenamiento de carbono (CCS) para reducir las emisiones netas en un 4,9% anual para 2030. Además, se están construyendo nuevas instalaciones, incluidos campos de gas. Se espera una línea de base de emisiones netas cero por la compra de créditos de carbono o CCS desde el inicio de las operaciones.
El gobierno japonés respondió rápidamente, expresando preocupaciones con respecto a la aplicación de las reformas del Mecanismo de Salvaguardia, citando los riesgos que la nueva política de emisiones plantea para su suministro de GNL, que es fundamental para su seguridad nacional. La inquietud de Japón es que los nuevos requisitos agregarán costos insuperables para los inversores japoneses en Australia, que ya han gastado miles de millones para dar vida a proyectos australianos de GNL y se han comprometido a invertir aún más.
En una conferencia de prensa, el director ejecutivo del Instituto de Economía Energética de Japón, Tatsuya Terazawa, dijo: “Australia y Japón trabajaron juntos al más alto nivel para desarrollar y apoyar el GNL, pero ahora se imponen políticas cambiantes, nuevas limitaciones y cargas. Es como cambiar las reglas del juego después de que el partido ha comenzado y este partido se inició al más alto nivel”.
La adición de la política que exige que las nuevas instalaciones tengan una línea base de emisiones netas cero al inicio es otro punto problemático. Japón solicitó que el proyecto de gas Barossa, valorado en US$5,8 mil millones, quedara exento de la nueva política de emisiones. El proyecto de gas Barossa, operado por Santos, es un proyecto de gas y condensado en alta mar que proporcionará una nueva fuente de gas a la instalación existente de GNL de Darwin en el Territorio del Norte de Australia. Santos es la principal empresa energética de Australia y tiene fuertes vínculos con Japón. El Banco Japonés para la Cooperación Internacional, la institución financiera japonesa basada en políticas, ha proporcionado financiamiento para innumerables proyectos de Santos y ha negociado innumerables asociaciones entre empresas japonesas y Santos. Por ejemplo, en abril de 2022, Santos vendió una participación del 12,5% en el proyecto Barossa a la empresa japonesa JERA, el mayor comprador de GNL del mundo, por US$327 millones.
Al cierre de esta edición, el gobierno australiano rechazó la solicitud de Japón de eximir el proyecto de gas Barossa. Mientras esperamos la respuesta de Japón, debemos considerar los impactos que el Mecanismo de Salvaguardia revisado de Australia podría trascender en su asociación de GNL con Japón, ya que las dos naciones comparten otros acuerdos de cooperación. Por ejemplo, los proyectos australianos de hidrógeno y amoníaco también están siendo financiados por empresas y gobiernos japoneses.